La envidia nos muestra un deseo no satisfecho. La utilidad del sentimiento de la envidia vendrá dada según nuestro grado de conciencia, pues cuanto más desarrollado esté, con más naturalidad podremos preguntarnos ¿Qué deseo no satisfecho he podido descubrir a partir de la envidia que siento?
Una de las peores cosas que se ha hecho con la envidia es convertirla en algo que no se debería sentir. Con esto se ha dificultado social e individualmente su gestión, de tal forma que cuando sentimos envidia, en lugar de experimentarla y conocerla para desarrollarse, tratamos de oprimirla para ocultarla.
Una manera de reducirla es elevando el umbral de influencias externas: La envidia influirá a la persona cuanto más influenciable sea.
Otra manera de sobrellevar la envidia puede ser tratando de desear lo mejor al rival, esto es algo que facilitará el hacerle frente a este sentimiento.
Haciéndonos la siguiente pregunta y contestándonos negativamente; ¿Merece realmente desperdiciar mi energía en algo como esto para lo corta que es la vida?
¿Qué podemos hacer para dominar la envidia?
· Identificar qué es lo que nos hace envidiosos. Ver la envidia como herramienta para conocer los hechos y datos que más valoramos.
· Tratar de reconocer las circunstancias y cualidades de otros que provocan la envidia y notar cuándo se siente inseguridad y falta o carencia de eso que envidiamos (habilidades, belleza, inteligencia, posesiones…)
· No poner la vista sobre los demás, sino sobre uno mismo.
· Comparar nuestro “yo presente” con el pasado, no con otros.
· Tratando de afirmarse a uno mismo, conocerse a sí mismo como ser humano
· Percibir y deleitarnos con nuestros pequeños triunfos.
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