lunes, 25 de octubre de 2010

5.- ATRIBUCIÓN DE SENTIDO, AFECTOS Y EMOCIONES EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE.

Atribuir sentido a lo que se debe aprender no es un proceso mecánico

En el desarrollo de dicho proceso, pueden verse alteradas las características de sus representaciones, atribuciones, expectativas e intereses iniciales, modificando el sentido, la motivación y el enfoque de aprendizaje del alumno.
En todo caso, el proceso desemboca en unos resultados.
La evaluación tiene importantes consecuencias emocionales y afectivas para el alumno.

La lectura de los resultados y la posible repercusión en su autoconcepto y autoestima está fuertemente condicionada por:
  • Sus patrones atribucionales
  • Sus intereses
  • Sus yo posibles
  • Valor que atribuye a las tareas
  • Valoración que llevan a cabo otras personas y MUY especialmente; el profesor.
La necesidad de mantener un autoconcepto y una autoestima aceptables lleva a la persona a tratar de modelar el entorno para que se adapte a las propias expectativas y necesidades, evitando hechos y situaciones que hagan que se sienta mal consigo misma.
Es evidente que los profesores y alumno experimentan emociones, aunque los alumnos tengan que aprender a esconder sus emociones negativas para sobrevivir en el contexto escolar (Boekaers, 1996)
¿Cuando percibimos con más intensidad nuestros estados emocionales somos capaces de centrarnos mejor en aspectos cognitivos?

¿O por el contrario, estos pierden protagonismo y nos concentramos más en los factores emocionales?
¿Es recomendable olvidar estas influencias cuando ocurren dentro del aula?


La interacción entre profesores y alumnos requiere de una mutualidadcognitiva y afectiva. 

 Las emociones que percibimos en los otros nos proporcionan una información de vital importancia para interpretar y regular nuestras relaciones.
Los alumnos (desde edades tempranas) entienden que la cólera del profesor aparece cuando el fracaso se atribuye a causas controlables y que, por tanto, pueden remediarse mientras que la compasión o lástima aparecen ante un fracaso a causas incontrolables y difícilmente modificables.
Las consecuencas de asumir estas atribuciones tiene que ver con que el alumno experimenta una culpa que es posible reparar y no tiene por qué generarse sentimientos de evitación frente a nuevas situaciones de aprendizaje, mientras que el sentimiento de vergüenza puede provocar consecuencias inversas.
Las emociones, sentimientos y afectos no juegan solo un papel interactivo en procesos que tienen lugar en el aula, sino también se encuentran implicados en el propio hecho de aprender.
Postular que el alumno es responsable de su proceso de aprendizaje, implica que él es quien en último término puede y debe llevar a cabo la actividad cognitiva, es el único que puede asumir los retos afectivos que pueden estar impicados en este proceso de cambio.
Parece necesario un esfuerzo orientado a paliar la escasez de conocimientos relativos a la dimensión emocional y afectiva de la enseñanza.

El principal problema continúa siendo indiscutiblemente la articulación entre los distintos tipos de dimensiones implicados en los procesos de enseñanza y aprendizaje escolar.

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