Como muchos de nosotros sabemos por ser educadores de niños o de adultos, el elogio es usado cotidianamente como forma de manipulación, para reforzar las conductas positivas y conseguir que se sigan portando o haciendo las cosas que a nosotros nos gusta que hagan o consideramos positivas para ellos. Y nadie considera que esto sea algo negativo. Sin embargo, yendo un paso más allá, no es demasiado difícil que el niño o el adulto se dé cuenta de la estrategia y tome el “aplauso” como un comentario sin apenas valor. Una forma de evitar esto y enriquecer nuestras relaciones haciéndolas más conscientes para todos, es expresando agradecimiento por la conducta que nos aporta algo. No solo aplaudiendo una conducta, sino diciendo el por qué.
Por ejemplo, en un debate de clase unas cuantas personas hablan de forma civilizada; respetando el turno de palabra y sin elevar la voz, entonces nosotros como educadores “agradecemos” este comportamiento con una valoración como la siguiente: “Os doy las gracias porque me estoy dando cuenta de que estáis aprendiendo a hacer debates respetando el turno de palabra y sin levantar la voz y eso me hace sentir orgullosa porque creo que de esa forma aprendéis más los unos de los otros.”
Pensamos que expresar agradecimiento por algo que nos hayan aportado otras personas es más positivo que una simple palmada en la espalda por lo bien que han actuado las personas con las que nos relacionamos a diario.
La CNV, como vemos no solamente sirve para las situaciones de conflicto, sino para muchos aspectos de la vida en la que enriqueciendo nuestra forma de hablar conseguimos mejores relaciones personales y un mayor entendimiento de las personas que nos rodean.
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