La drogadicción debe ser estudiada dentro de un marco psicosocial, si no hay droga no hay drogadicción.
Otro concepto importante es el de la disposición del individuo a usar drogas. Este fenómeno es inherente a la condición de fragilidad y finitud del ser humano. Debemos tener en cuenta que drogadicción no es un diagnóstico que se corresponde en forma lineal con una estructura de personalidad definida. Es cierto que entre los adolescentes que hoy usan drogas, hay un porcentaje muy significativo de trastornos narcisistas de la personalidad, pero esta no es una condición excluyente, ya que también pueden existir trastornos neuróticos, psicóticos, depresiones graves, etc. Por otra parte, hay personas que padecen algunos de estos cuadros y que jamás se drogan.
En primer término, las personas con diferentes patologías podrán usar drogas si existe la posibilidad de tener acceso a su suministro. Donde esta alternativa no existe, la persona podrá desarrollar otras conductas adictivas: el juego, el trabajo, la comida, etc., pero no una drogadicción fármaco-dependiente.
Algunas apreciaciones relevantes en relación a lo anteriormente expuesto:
§ No todo el que experimenta con drogas se hace adicto.
§ Existen bases predisponentes individuales, familiares y sociales que condicionan la posibilidad de una adicción.
§ Toda adicción constituye una vía hacia la muerte, es decir una práctica suicida a corto o a largo plazo, dependiendo de una amplia gama de variables.
§ La droga no representa algo, sino es algo para el adicto. Estamos frente a una ecuación simbólica, es decir que están operando los niveles concretos del funcionamiento mental. Esto significa que está en actividad la parte psicótica de la personalidad.
“Pero en un mundo en crisis como en el que vivimos actualmente, estos factores predisponentes existen con una frecuencia abrumadora “
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